50 pelos enquistados de Pepi

COMPARTE»»

Anoche quedé con Pepi, mi amiga y compañera de momentos lúdicos, festivos y eróticos. Me avisó de antemano que me guardaba una sorpresa y en mis adentros imaginé que me daría las llaves del garaje. Me acerqué hasta su casa y ahí estaba ella con su picardías de domingo. Pepi no es excesivamente cariñosa, si fuera mujer seguramente ya me habría dado la bajona por sentirme utilizado pero como soy un hombre básico, simple y de instintos acepto mi papel de hombre objeto.

Me lleva a la cama y me regala la vista con un sensual streaptease. La verdad es que carece de estilo y técnica para desprenderse de la ropa, pero le echa ganas y gracejo y eso se agradece. Hoy luce un tanga negro, parece nuevo, está bien ceñido a su cintura de avispa y eso eleva las pulsaciones de mi corazón y de mi polla, que espera su oportunidad con más ansia que un andaluz sin siesta. Pone las manos sobre las caderas y va deslizando despacito la minúscula prenda que cubre sus intimidades,Si ese momento fuera una película cogería el mando a distancia y le daría a FF.

- ¡Pero que te has hecho hija de la gran puta!
- Me he depilado. ¿Te gusta?
- ¡Pero si te has hecho una carniceria!
- ¡Ay! ¡Qué exagerado! Si son unos pelitos que se han enquistado

No he estado en Kosovo. Tampoco en Vietnam. Ni en Siria. Pero estoy plenamente convencido que el paisaje que tengo delante no mejora las localizaciones mentadas. Parece un híbrido entre campo de minas, campo de concentración y cadáveres putrefactos. En todos los años que recibí clases de Historia con Don Ramón no llegué a visualizar con tanta claridad un mapa de guerra. Tendrían que usar el conejo de Pepi para recrear este tipo de situaciones. ¿Se lo digo? Mejor no. 

- Pero acércate. No seas tonto.

Prendo un Marlboro. Necesito intoxicar mis pulmones de mierda antes de semejante y dura batalla. Si tuviera una cerilla a mano estoy convencido que ardería solo con rozar su pubis candente. Hace un amago de bajar al pilón pero esquivo la ofensiva. No quiero alargar la agonía y me dispongo a plastificarme el Mikolápiz. ¡Cuanto antes acabemos mejor!

Primera embestida. Aahhhhhhhhhhhhhhh! Su pubis al chocar contra el mio ha sido como tirarme en plancha en una sierra eléctrica gigante. Tiró de épica y sigo inmerso en el bombeo, menospreciando las acometidas que me dispensa el batallón de Pepi, formado por pequeños soldados pelos duros como sierras y del grosor del envoltorio del pan de molde. Pongo la quinta. Espero que el radar no salte en forma de quejas vecinales fruto del fragor de la batalla. Mi pubis ya ha hecho callo y apenas nota los espadazos de esos soldaditos marineros, hasta que una de esas embestidas sale desviada y mi glande, mi querida aceituna, sale desviada con fuerza y furia hacia uno de esos pelos, o par de ellos. Jamás antes había sentido un dolor tan punzante e intenso, ni siquiera cuando me salían las muelas del juicio o cuando tuve el colítico nefrítico.

- Me cago en mi puta madre Pepi!!!!!
-Pero... ¿No os gusta depilado?

Pepi, escúchame bien, en las mejores casas se pisa felpudo antes de entrar.

0 comentarios:

Publicar un comentario