Facebook, Twitter, Instagram, Tuenti.... Prácticamente todos estamos registrados en este tipo de redes sociales que nos ofrecen una amplia variedad de ventajas a coste cero. Una vez más y de igual forma que sucede con la aplicación WhatsApp nos dejamos seducir por un producto a coste cero y muy completo.

Sin darnos cuenta dejamos que el postureo se haga dueño de nuestras acciones cotidianas. Son muchos que dan prioridad al postureo, que no solamente incluye compartir de forma inmediata todo aquello cuanto hacemos en un día si no que además nos hace estar pendientes de las reacciones de nuestro "público" y que se manifiestan principalmente a base de marcar el pulgar hacia arriba. Aquí acaba la interacción. Frialdad en estado puro. ¿Para que contar la experiencia de tu concierto favorito si ya has compartido un vídeo de 32 segundos?. Ya no importa ni interesa. Tienes tu "like" y probablemente te sientas más realizado con tus 62 "me gusta" que contando, en directo, esa sensación de piel de gallina cuando escuchabas esa melodía...
Postureo es no disfrutar de las copas en el apartamento de la playa al que te has ido con los amigos por que lo que realmente te importa es que todo el mundo sepa que estás disfrutando de las copas en el apartamento de la playa al que has ido con tus amigos. Una idílica situación que se convierte en un improvisado posado de pseudomodelos que elegirán, previo consenso, cuales de las 234 fotos compartir en redes sociales. Un círculo tan vicioso como dañino que no hace más que devaluar y empobrecer la comunicación real.
Pero el postureo es mucho más que esto... Te convierte en un ser miserable, ruín y competitivo, deseoso de mostrar y demostrar que eres más listo, más guapo, más interesante y más guay que el resto de la gente.
¿Donde está el límite?
¿Donde está el límite?
0 comentarios:
Publicar un comentario